16/2/08

HÉROES ENTRE NOSOTROS


Un documental que comenzó a exhibirse días atrás relata el trabajo que el riojano Joaquín Víctor González –ministro del Interior de la segunda presidencia de Julio Argentino Roca- le solicitara al “médico-ingeniero-abogado-empresario” español Juan Bialet Massé sobre los trabajadores de las provincias de la República
"Bialet Massé, un siglo después" es el título del trabajo que el cineasta Sergio Iglesias filmó sobre el español argentinizado Juan Bialet Massé, y que relata en estilo documental la obra de quien fuera el autor del "Informe sobre el estado de la clase obrera en el interior de la República". La historia cuenta que, en 1904, el genial chileciteño Joaquín Víctor González -que en ese momento ocupaba la cartera del Interior bajo la segunda presidencia de Julio Argentino Roca- solicitó a Bialet Massé investigar y redactar un amplio informe sobre la realidad social y laboral del trabajador argentino, para analizar y promover una seria reforma a la legislación laboral existente.
Bialet Massé era doctor en medicina, abogado e ingeniero. Catalán y exiliado de España por su ideología republicana, vivía en Córdoba y había fundado en la Facultad de Derecho de la antigua universidad mediterránea la cátedra de Legislación del Trabajo. El español recorrió todo el país, y describió en unas 1.500 páginas que muchos obreros trabajaban en empresas que poseían sus propias fuerzas de vigilancia -frecuentemente armadas- con el fin de controlar el accionar de su personal, que cobraban con vales –tipo “ticket”, casualmente-, se alimentaban muy mal y vivían en condiciones insalubres. El informe fue entregado el 30 de abril de 1904 en propias manos a González.
El trabajo artístico de Iglesias recorre en apenas 95 minutos las mismas 14 provincias que desandó Bialet Massé en tres largos meses, pero repreguntándose ya no solo por el trabajador, sino por el ser humano. Bialet Massé escribe el informe, González prepara los proyectos legislativos, y un ya renombrado José Ingenieros nos dice que “el proyecto de Ley de Trabajo que por comodidad llamaremos Ley González, constituye un importante ensayo de socialismo de Estado, muy superior a todos los que le han precedido; nadie en la República habría osado esperar un ensayo tan completo”. El proyecto es virtualmente despedazado en el Senado de la Nación por dos sectores contrapuestos: Los conservadores y los socialistas, la derecha y la izquierda tan típicamente argentinas en sus incoherencias y contradicciones.
“Nuestro más eminente político de la cultura”, como describieran a González los eminentes Bernardo Houssay, Jorge Luis Borges y Raúl Presbich, se siente doblemente traicionado y funda, en un sutil acto de auto-desagravio, la más progresista casa de altos estudios del país por ese entonces, la Universidad Nacional de La Plata.
Bialet Massé, proyectista de nuestro Dique de Los Sauces, rector en 1876 de nuestro Colegio Nacional, y constructor del primer Dique San Roque, anticipa el provocado fracaso de su obra social en la nota de elevación del informe: “Los que saben que a mí no me es extraño ningún oficio desde la carpintería y la herrería hasta el ajustaje y el montaje, desde la fabricación del ladrillo y de la cal hasta la fundición y el tallado, y que he organizado muchos obradores, muchos talleres y mucho personal, desde el peón de terraplén hasta el ingeniero, no se han atrevido a decirme lírico; pero cuando les he hablado de mi experiencia personal se han encogido de hombros, unos porque no me han entendido; otros porque estaban resueltos a no dejarse convencer”. El español se recluye en otro templo de la sabiduría –la Universidad Nacional de Córdoba-, y se transforma en el primer catedrático de Latinoamérica en dictar la materia de Derecho del Trabajo y Seguridad Social.Desafiante e irónico en su informe, Bialet Massé relata a Roca –autor intelectual y partícipe necesario del genocidio aborigen llamado Conquista del Desierto-: “En verdad, no se hace con el indio sino exagerar la explotación que se comete con el cristiano, a pesar de su habilidad para el trabajo de hacha (...) los indios (tienen) un terror pánico al ejército de línea, aquí como en todas partes el indio tiene un verdadero horror al látigo, el fusil y el sable; que lo traten bien, dice y el indio no será malo (...) En San Cristóbal, un oficial de alta graduación cree que lo único que hay que hacer es exterminarlos, y si queda alguno llevarlo a la Tierra del Fuego. ¿Y si a usted le hicieran eso, que diría? –Es que yo no soy indio, me contestó”.-

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