5/3/08

DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN A MÍ


Amy Berg es la directora de este polémico documental, donde podremos ver la confesión frente a cámara del ex sacerdote Oliver O´Grady, eje de un filme inquietante sobre los abusos sexuales que sacuden a la iglesia Católica norteamericana –y mundial-. Un relato perturbador que -por primera vez- es narrado por el propio victimario.




En "Deliver us from Evil" (“Líbranos de Mal”), la primera película de Amy Berg, la directora usa la extensa narración del sacerdote O´Grady para cuestionar cuánto sabían los líderes de la diócesis de sus crímenes, y los pasos que tomaron para detenerlos. Y entre las luces tenues de una iglesia de su nativa Irlanda, un Cristo y el equipo de filmación O´Grady, -con mucha frialdad- narra todo en detalle, acordándose hasta los nombres de algunas víctimas, que se mezclan con los testimonios de tres familias y de las propias víctimas.


El recorrido de sus acciones abarca cuatro ciudades norteamericanas -Lodi, Stockton, Turlock y Hughson, en California- todas a no mas de 100 kilómetros una de la otra. El periplo va desde 1976 hasta su detención en 1993, donde cayó en manos de la policía por molestar a dos hermanos de 3 y 13 años, y fue condenado a 14 años de prisión, pero cumplió 7, y en 2000 fue liberado por buena conducta y deportado a Irlanda. Entre las víctima mas pequeñas de O’Grady se cuenta un bebé de 9 meses. Ni la mente del Marqués de Sade llegaría a concebir algo así.


Existe dos términos que confunden mucho a la gente y a la prensa, como “pedofilia” y “pederastia”. En el primer caso estamos ante una tendencia psíquica, considerada como enfermedad por la psiquiatría, mientras que en el segundo nos situamos ante una práctica, que además es delictiva -mas si es a la fuerza o por coacción como lo hizo O´Grady, que les decía que si no lo hacia iban al infierno-. Este hombre de apariencia amable y muy dado con los niños, se adentraba en los hogares de estos ganándose la confianza de sus padres. A lo largo del documental se presentan grabaciones de las declaraciones judiciales de sus superiores –los obispos Cain y Mahony-, quienes sabían de esta situación desde 1976 y 1984. Se muestra una carta donde O’Grady les cuenta lo hecho a ellos, y que ellos solo decidieron trasladarlo constantemente a otros pueblos, donde seguía con sus mismos crímenes.


Es triste ver como la iglesia Católica y sus sacerdotes, que debería cuidar al “pueblo de Dios”, son los que hieren a una sociedad, y protegen de tal manera a criminales –o personas de conducta sospechosa, caso Julio César Grassi, por ejemplo-. A todo esto, el Vaticano ha actuado con ceguera moral y sordera popular, no ha sentido el llanto de sus feligreses, y las autoridades de Estados Unidos han registrado 556 casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes a menores. El papa Benedicto XVI –Joseph Ratzinger- hubiera enfrentado acusaciones judiciales por su conocimiento de estos y otros casos, pero el presidente George Bush ha concedido, a pedido del Vaticano, inmunidad ante cualquier acción judicial en su contra dentro de ese país.-

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